El Centro Histórico de Puebla y sus colonias aledañas resguardan sin duda las mejores leyendas, mismas que es escribieron hace cientos de años. En esta ocasión te contaremos la leyenda del Charro Negro, un delincuente que, a decir de diversas generaciones y vecinos de la zona, aún ronda por las calles de Analco o el Barrio de la Luz.
Se dice que el Charro negro es un hombre que se les aparece a aquellos que, solitarios, transitan por dichas zonas, a fin de hacerles compañía. Incluso, hay quienes dicen que el ente, aparece junto a las personas y entabla un diálogo con ellas, conversación que parece ser del interés de los solitarios peatones, por lo que no le niegan su compañía durante su recorrido.
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Leyenda del Charro Negro
Durante su camino, el hombre relata de cómo fue que se unió a las cuadrillas que supuestamente se dedicaban a robar bajo la premisa “lo que no esté pegado al piso nos lo podemos adjudicar”, hazañas que pronto le valieron el título de líder de la banda delincuencial, por lo que se convirtió en el encargado de repartir el botín entre otros los maleantes.
Ente sus historias, el fantasmagórico delincuente relata que un día decidió comprarse un elegante traje de charro hecho de seda color negra, botas negras y un sombrero de ala ancha que combinaba perfecto con el traje; fue entonces que su banda se autonombró la ‘Banda del Charro Negro’, grupo de delincuentes que, durante mucho tiempo, fue de los más temidos y más buscados, no obstante, un día, los ladrones cayeron en manos de las autoridades, y muy pocos lograron escapar.
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Durante la caminata nocturna, el Charro Negro cuenta a los transeúntes que él fue uno de los delincuentes que logró escapar, y que después de tomar camino en su caballo, lamentó profundamente no haberle hecho caso a su padre. Según cuentan, es con esa frase con la que termina la charla, no sin antes preguntarle a su víctima si ha visto a su padre.
Es en ese momento en el que, la apariencia de aquel hombre cambia por completo, pues su ropa deja entrever que se trata del mismísimo Charro Negro, y con la luz de la luna, se pueden vislumbrar los agujeros de las balas que le habrían quitado la vida.
Es entonces que los solitarios peatones se percatan que aquel hombre de apariencia amable en un inicio, no es más que un alma en pena en busca de la casa de su padre, con quien desea reencontrarse desde hace cientos de años.
Y tú, ¿te atreverías a visitar estos barrios, solo, a mitad de la noche, para conversar con el Charro Negro?
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